domingo, 27 de febrero de 2011

EL GREMIO Y YO

Calculo que sería en alrededor del año 88-89 cuando, un domingo cualquiera en el que estaba acabando de montar la parada, pararon dos coches del que bajaron cuatro personas; a dos de ellas ya las conocía.




G- Buenos días Arnauda, somos del “gremio”.



J- Hola, si, ya te he reconocido, hacia mucho que no nos veíamos.



G- Si, hace mucho que no vas por la calle Unión.



J- Pues sí, primero por la mili, y luego al volver porque mi padre me dejó a cargo del quiosco. También, como ahora los repartos llegan a todos los puntos, pues no voy casi nada por allí.



G- Mira Jose Antonio, en “el gremio” nos hace falta gente, y como varios te conocemos bastante, nos gustaría mucho que te incorporaras a la junta.



Lo cierto es que me quedé muy parado por la propuesta, y aún más por su insistencia, pero les dije que no. Personalmente me gusta echar una mano, pero en aquel momento me era imposible. Les tuve que contar que estaba totalmente sólo para llevar mi punto de venta (cosa que con los años tampoco ha cambiado salvo en que cuando tengo algo que hacer, cierro por las tardes).



En la conversación, al explicarles cómo llevaba el punto de venta, se quedó muy sorprendidos, y me pidió poderme consultar la opinión sobre algún tema puntual, a lo cual acepte gustoso. A raíz de ello, de vez en cuando aparecía a la hora de cerrar para tomar algo y charlar.



Mi opinión general del “gremio” es buena, lo considero necesario y pienso que a lo largo de los años ha hecho mucho y muy bueno. Mis únicas reticencias son hacia alguna persona de las que lo componen, lo cual ha hecho que en estos últimos años me sienta como persona algo proscrita en él.



En aquellos primeros años de charlas viví desde la barrera temas importantes; destacaría la unificación de los puntos de venta que constaban como paradas y se convirtieron en kioscos, y el aborto en el intento de Asensio padre en sembrar Barcelona de maquinas expendedoras para su diario tipo las de EEUU.



La conexión con esta persona que os contaba se fue perdiendo y finalmente desapareció en cuanto se jubiló hace ya bastantes años. Desde entonces solo he colaborado con “el gremio” en dos cosas importantes y con algún encontronazo.



Pasaron bastantes años hasta que un día aparece un taxista que pretende venderme Periódicos, como me extrañó mucho, le pregunté de dónde salían y me contó que se los daban en un bar de taxistas en el que dejaban montones de fardos para que se regalasen a los clientes. Pasaron los días y pude verificar visualmente a varios taxistas a los que, cuando paraban en el semáforo les veía en el asiento delantero cantidades de diarios aproximadamente entre 15 ó 20 ejemplares, según calculé por su grosor.



Días mas tarde me acerqué al gremio por algo que no recuerdo y coincidí por casualidad con el actual presidente, y allí mismo, al comentárselo se nos unió una kiosquera la cual confirmó que algún taxista también se lo había comentado a ella. El presidente nos confirmó que ya lo sabían, que ocurría desde hacía poco tiempo y que Logistica de Medios (la distribuidora del diario en cuestión) negaban que fuesen ellos quien lo hacía, por tanto, “el gremio” todavía no sabía de dónde salían esos ejemplares.



Al marcharme a casa, recordé que alguien me había comentado tiempo atrás, que junto a lo que entonces era una especie de “gremio de taxis” (el cual no nombro) había un gran taller especializado en taxis, y junto a él, se encontraba un bar de comidas que abría más horas de lo normal. Ante la posibilidad de que éste fuese el origen, a la mañana siguiente me levanté un par de horas antes y me acerqué al bar.



Allí estaban, nada mas entrar localicé el equivalente a media furgoneta de paquetes de “El Periódico”, me tomé un café mientras comprobé que los taxistas que iban saliendo cogían montoncillos de diarios. Espere el momento justo en el que tenían que abrir un nuevo paquete y acerté. Allí estaba el albarán (de los antiguos) rompí el plástico, cogí unos diarios y me hice con el albarán marchándome como uno más.



Al llegar al mi punto de venta, abrí como cada día pero cerré una hora antes para acercarme a la cafetería propiedad del presidente del “gremio” de quiosqueros. Tuve suerte y pude hablar con él, y tras explicarle lo que había verificado, le entregué el albarán que había sustraído. Se le abrieron los ojos como platos y me dijo: “Me acabas de traer la prueba”.



Pasados dos o tres días dejaron de enviarles al bar los diarios para regalar, los cuales además en ocasiones los vendían.



Esto siguiente ha pasado en estos últimos casi 9 años, en el gremio hay mucha gente nueva y el presidente continúa. No es una crítica, al contrario, le tengo admiración, ya que considero que ha hecho mucho y a veces se le critica sin motivo, la mayor parte de las veces por falta de información la cual a veces no saben dar y a veces no pueden dar.



Por ejemplo en el caso de un proyecto llamado Canalkiosc el cual, de golpe y porrazo, se paró sin saberse porqué y sin dar ninguna explicación. Bastante tiempo después me enteré que fue una institución gubernamental la que lo freno al tener ellos un proyecto parecido el cual ya se está comenzando a poner más o menos en marcha.



Una mañana festiva me marche antes de abrir a tomar un café en un bar lejano, ya que el que tengo cerca no abría. Al marcharme caminando para abrir mi punto de venta, abrí un paquete de tabaco y, al tirar los papelillos a la papelera, ví un mazo sin separar, tal como salen de la impresora, de albaranes de Logistica de medios. Sorprendido, los cojí y vi que eran seguramente de una ruta completa de reparto (a hoteles básicamente). Los albaranes que eran como los usados actualmente, con su copia de devolución, mostraban claramente los porcentajes de descuento y eran totalmente diferentes a los nuestros, variaban dependiendo de los puntos de entrega entre el 35% y el 50%. Asombroso e indignante.



Tras guardarlos durante casi un par de meses, un día, al cerrar un poco antes para realizar unas gestiones, pasé cerca del punto de venta de un vendedor que pertenecía a la junta del “gremio”, se los entregué explicándole como los había conseguido advirtiéndole que podían ser útiles en algún asunto de este diario que siempre se había portado regular con los vendedores.



Por tanto sé que esos documentos están guardados en el “gremio”, aunque bastante tiempo después, me enteré indirectamente que esa persona los depositó como si los hubiera encontrado él y no yo. JEJE,… no tengo ningún afán de protagonismo, ya que si fuese así los hubiera entregado con solicitud de junta, pero me hace gracia que se aprovechasen de ello, y me hace mas feliz el saber que no soy de esa forma.



Desde hacía años se iba forjando otra especie de asociación que iba haciendo por su cuenta múltiples acciones de forma un tanto a la brava y muchas veces saltándose a la “torera” las normativas, pero era destacable la rapidez, en ocasiones casi excesiva, de alguna de sus iniciativas.



Dado la tardanza del “gremio” en la cuestión inicial de las maquinas de tabaco, les pedí información a esta nueva asociación, ya que ellos ya las tenían en funcionamiento y casi se lanzaron al abordaje sobre mí. Lo cierto es que aunque la disponibilidad era inmediata no me gustaban mucho sus condiciones ya que te ataban demasiado en su sistema, y yo soy muy independiente en muchas cosas.



Me asombró tanto interés para que me uniera a ellos, hasta me llegó a molestar, tanto interés parecía que ocultara algo, como si el que me uniera a ellos fuese marcar un gol a los “otros”. Cosa bien alejada de la realidad (salvo que creyeran que debido a mi apellido y teniendo familiares en el “gremio” podía serles un tanto para ellos), cuestión bastante errada, ya que como os he comentado alguna vez, me han llovido enemistades dentro de los que forman la junta, incluso he sufrido alguna extraña “medio acusación” basada en simple rumorología, ya sabéis, me parece a mí...., sospecho que...., me ha dicho uno que sabe que...., en fin todo por hacer cosas diferentes y ofertas muy económicas para el cliente. Supongo.



Y llego la huelga y me encontré en dos frentes. Fui totalmente partidario y medio la hice. Tras la primera asamblea, en el amanecer del primer día, vi que todos los de mi alrededor, menos uno que queda alejado del radio de acción, no la hacían, y me llegó la información interna de que la distribuidora Marina estaría al tanto para ejercer sus acciones más inmediatas (envío de género mientras cierres y cortes de servicio cuando acabe la huelga) y futuras (problemas en facturación y descuadres de envíos).



Ante todo el panorama, decidí abrir; no montar nada pero vender algo de prensa durante dos o tres horas para capear todas las situaciones. A estas que me llegó un piquete del “gremio”, un miembro de la junta junto a dos más. Lo primero que hizo el de la junta es alzarme la voz.



Tras preguntarles los motivos que les habían dado los que no cerraban de alrededor (ya que venían de hablar con ellos) la única contestación que supieron darme es que ellos tenían sus razones y por eso no la hacían, pero que yo tenía que cerrar.



Ah, ¿ellos sí y yo no?, ¿y por qué ese favoritismo?, ¿por qué esa doble vara de medir? Eso me reafirmó en mi postura, tan digna como la de cualquiera.

Al día siguiente más de lo mismo pero el tono subía por su parte, sumando ademanes corporales agresivos y, su estado excesivamente nervioso, le hizo meter la pata y me dijo que mi caso, el que hiciese huelga era incitado por otra persona vendedora de prensa cercana de alguna manera a mí. Poco después esa persona cercana también perteneció a la junta.



Tal fue la presión que opté por claudicar un poco, ya que sólo hubiese empeorado las cosas si le hubiese demostrado al susodicho que por muy grandullón y desafiante que fuese a mi no me patea ya que desde muy joven he estado bregado en situaciones muy peligrosas en tierras al sur de la Península. Capeé todos los días de la huelga y así pude medio hacerla y medio no y no tener represalias por parte de la distribuidora. Las pocas veces que después he coincidido de nuevo con esta persona ha sido al comprar tarjetas y su actitud ha sido mucho menos desafiante y en silencio.



Dejando atrás este tema de, llamémoslas curiosas amistades, que a uno le llueven a lo largo de la vida y de las cuales desgraciadamente creo que hay más de lo habitual en nuestra profesión (muy dada a la aceptación y difusión de estos comportamientos), durante esos días de huelga, una tarde a última hora, tuve la suerte de hablar largo y tendido con el presidente del “gremio” (al cual no le conté nada de lo anterior al no considerarlo especial problema). Me lo encontré en la calle al poco de salir del gremio, le abordé, y tras identificarme ya que hacía muchos años que no le veía, comenzamos a hablar del tema de la huelga, y en el momento en el que salió un comentario sobre una reciente reunión que tuvo con Prisa a lo que le di los datos que todavía no se sabían abiertamente de que estaban troceando la empresa para venderla dada su situación. Eso tras sorprenderle inicialmente le dio luz en algunas cuestiones de las que trato con ellos, por lo que la conversación se profundizo bastante.



Para acabar os digo que soy partidario de este tipo de asociaciones y en concreto a la que pertenezco, ya que han hecho mucho a lo largo de los años y es muy difícil torear para que no se nos coman esas empresas que ejercen mucha presión.



Para el próximo año tienen un reto muy importante, ni más ni menos que la renovación global de las concesiones y los posibles cambios de casetas y comienzo de aplicación de nuevos servicios.



En su contra les critico pequeños detalles que supongo se solucionaran algún día, como el retraso en algunos comunicados, pequeñas negociaciones y pequeñas acciones.



A pesar de que por su edad uno puede pensar de la pronta jubilación de su presidente, mi deseo es que sea el como cabeza, el que negocie las próximas concesiones y que cuando llegase el caso tiene en su equipo gente muy preparada.

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